Tenía decidido dedicarme a cooperar con alguien, pero aún no había conseguido un contacto, y si bien quería seguir las líneas de la asociación WWOOF, no estimaba correcto tener que pagar por acceder a los contactos de las personas que ofrecían este tipo de experiencias. Una compañera francesa había conseguido una plaza en una escuelita en el municipio de Mazo, así que en mi búsqueda de un recurso, llegué hasta el municipio de Tijarafe, a casa de una familia de artesanas de la lana, que posteriormente se llamó Lilylana.
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Con Katja pude colaborar preparando la lana que recogía de distintos ganaderos ovinos de La Palma, e incluso en ocasiones, de la isla de El Hierro y Gran Canaria.
Inicialmente toda esta lana debe ser lavada. Para ello, usa unos grandes baldes de agua, con jabón de marsella, por los que va pasando la lana. Primero eliminando los restos vegetales y orgánicos de grandes dimensiones, para poco a poco, en sucesivos baños, conseguir que el material quedara razonablemente limpio.
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Una vez secas las fibras, se cardan manualmente con la ayuda de las cardas de mano.
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Una vez cardada la lana, se procede al tinte. Para ello, se dispone un gran caldero al fuego, con pocas excepciones con la adición de un mordente (cremor tártaro o alumbre de potasio) que ayude a la fijación del color a las fibras.
Una vez seca la lana, se puede proceder, en caso de fibras largas al hilado, y en caso de fibras cortas, a su enfieltrado, con ayuda de jabón de marsella, agua y masajes circulares que ayuden a las fibras a entretejerse, como en este sencillo ejemplo:
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Después de una temporada con Katja , ya había conseguido un contacto para proseguir mi aventura. ¡Una finca ecológica!